Violetta, la serie para adolescentes de Disney que se emite
por Disney Channel desde mediados del año pasado, es uno de esos pocos
fenómenos de éxito descomunal que se dan a veces.
Con un elenco
internacional integrado por chicos de varios países de Iberoamérica, ha
logrado conquistar los corazones de muchísimos millones de niños y
púberes.
Ahora, con Violetta en vivo y sus 60 funciones
en el Teatro Gran Rex, acumulurá unos 180 mil espectadores y más tarde
el show saldrá de gira. Las localidades, por supuesto, están agotadas.
En
el show en vivo, el Estudio On Beat ha sido trasladado al escenario. La
trama cuenta que, tras haber sido invitado a participar de un
importantísimo concurso para escuelas de música, los chicos deberán
preparar los cuadros y canciones que, si ganan, los llevarán a la final
mundial en el Wonder Dreams Hall, el lugar donde tocaron los más grandes
artistas.
Los conflictos surgen, al igual que en la serie, por
las rivalidades entre los personajes de Violetta (Martina Stoessel) y
Ludmila (Mercedes Rodríguez Lambre), y de León (Jorge Blanco) y Diego
(Diego Domínguez).
Pero la historia no es más que una excusa para desplegar toda la parafernalia de un megarrecital de rock.
Además
de los protagonistas y su grupo de amigos hay un ensamble de diez
excelentes bailarines, y una banda en vivo integrada por Luis Burgio
(batería), María Laura Corazzina (bajo), Pablo Akselrad (primera
guitarra), Adolfo Azicri (segunda guitarra) y Gustavo Novello (teclados)
que hace temblar las paredes del teatro.
El espectáculo arranca
con un recital de canciones enhebradas, y de allí en más sólo da tregua
para el desarrollo de las escenas que van contando la historia.
Se
trata de un producción del más alto nivel, en la que todo sostiene una
energía propia de los grandes conciertos de las más importantes bandas
de rock.
La dirección de Ariel del Mastro es tan impecable como
el vestuario de Romina Lanzillotta y Verónica Fresco Zens (hay numerosos
cambios de ropa), las luces de Del Mastro y Gaspar Potocnik, las
excelentes coreografías de Sergio Mejía, y los dispositivos multimedia,
con pantallas Led, retroproyecciones, efectos especiales y hasta fuegos
de artificio.
De hecho, el show se ve perfecto desde cualquier
ubicación y además se han dispuesto dos grandes pantallas con forma de
corazón a los costados del escenario, donde todo se va proyectando.
Las
veinte canciones, que forman parte de los dos CD ya editados -abrevan
en el rock, el pop, el hip hop y las baladas-, han sido compuestas por
músicos diferentes, que sin embargo han logrado que la mayoría sean hits
que la platea canta a coro.
Martina Stoessel, amada con euforia
por su público, canta y baila como los dioses, pero además tiene algo
que no se estudia en ninguna escuela: carisma y ángel. Es de esperar que
con este background se convertirá en una gran artista, porque ya lo es
con sólo 17 años.
Si bien todo el joven elenco canta y baila con
una destreza notable, el partenaire mexicano de Martina, Jorge Blanco,
también tiene ese don especial y es un cantante y bailarín que destaca
del resto.
Todo termina al fin, para tristeza del público. Pero
uno de los regalos finales pone a Violetta en vuelo sobre las butacas,
mientras canta la canción que se convirtió en himno: Te creo. Y luego todos cantan En mi mundo, bajo una copiosa lluvia de corazones de papel.
“¡Te amo, Tini!”, grita una nena de unos 12 años. “¡Quiero ser cantante y bailarina como vos!”
Fuente: Alejandra Herren en Clarin
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